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El 60% de los adultos mienten ¿Cómo es el cerebro de un mentiroso?

Conocemos las características del cerebro de un mentiroso y su conducta, además de su entrenamiento basado en la memoria y la frialdad emocional

El 60% de los adultos mienten ¿Cómo es el cerebro de un mentiroso?

El 60% de los adultos mienten ¿Cómo es el cerebro de un mentiroso?

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En 'Si amanece nos vamos' siempre estamos preparados para que Raquel Mascaraque, periodista especializada en psicología emocional, nos hable sobre temas relacionados con nuestra mente. La semana pasada nos sumergimos en el frío del invierno y descubrimos porqué cuando bajan las temperaturas nos volvemos más desconfiados y los trastornos psicológicos que pueden derivar del ambiente más frío. En cambio, esta semana, Raquel Mascaraque, nos habla sobre cómo es el cerebro de un mentiroso.

Según un estudio de la Universidad de Massachusetts, más del 60% de los adultos mienten en una conversación. Aquí habría que hacer una diferenciación, porque no es lo mismo mentir de vez en cuando en temas más banales y otra mentir de forma habitual ya como filosofía de vida porque tu cerebro lo nota.

¿Cómo es el cerebro de una persona mentirosa?

Cuando alguien miente de forma repetida, deja de tener una respuesta emocional ante sus propias mentiras, es decir, deja de sentir culpa o remordimiento, y si le quitamos la parte emocional, mentir se hace más fácil. Mascaraque nos cuenta que, la profesora de neurociencia Tali Sharot hace referencia a que hay un componente biológico (cambios en nuestro cerebro), pero también un proceso de entrenamiento, "vamos, que el mentiroso se hace, no se nace", aclara la periodista.

Si empezamos por el componente biológico, "la estructura del cerebro que está muy relacionada con la mentira es la amígdala, que como ya sabemos, se trata de un elemento clave para la supervivencia y su principal función es integrar las emociones con los patrones de respuesta, ya sean a nivel fisiológico o conductual" apunta Raquel Mascaraque.

Para poder entenderlo mejor, nos pone el ejemplo de si estás en el jardín comiendo y una avispa te está rondando y ese posa en tu comida y te dan pánico las avispas:

  • Respuesta fisiológica: aumentar el ritmo cardíaco para levantarte de la mesa corriendo.
  • Conducta: Decides entrar en casa y comer dentro.

Cuando mentimos, nuestra amígdala se activa y esta reacción limita de alguna manera hasta donde estamos dispuestos a mentir. También, si una persona miente de forma habitual, la amígdala deja de reaccionar, crea tolerancia y la sensación de culpabilidad desaparece, no hay remordimientos ni preocupación alguna.

El entrenamiento del mentiroso

"Quien miente de forma habitual necesita dos cosas: memoria y frialdad emocional" comenta Mascaraque.

En un experimento realizado por el doctor en psicología Dan Ariely reveló que la estructura cerebral de los mentirosos patológicos dispone de una menor cantidad de sustancia gris y más de materia blanca en la corteza prefrontal.

¿Qué significa esto? "Básicamente que el cerebro de un mentiroso establece muchas más conexiones entre sus recuerdos y sus ideas", aclara la periodista. Esa mayor conectividad les permite dar consistencia a sus mentiras y un acceso más rápido a esas asociaciones. Una persona que le pone los cuernos a otra de forma habitual tiene que recordar muy bien dónde le dijo que estuvo hace una semana y dónde va a estar la siguiente para que su mentira no se desmorone.

El sincericidio

Hay una diferencia muy clara entre sinceridad y sincericidio. La sinceridad es la capacidad de vivir en base a tus valores y criterios de manera honesta, sin fingir ni tener segundas intenciones. Sin embargo, hay veces que la sinceridad se pasa de la raya y es ahí cuando entra en juego el sincericidio. Esta palabra no está recogida en la RAE pero se empezó a usar como un comportamiento habitual de la sociedad.

En conclusión, el sincericidio es "la sinceridad sin límites, incluso si esta hiere a la otra persona. Vamos, que te dan igual los sentimientos de la otra persona con tal de desahogarte. Matar usando la verdad sin que nadie te la haya pedido", comentaba Raquel Mascaraque.

Si lo que quieres decir realmente no aporta, quizás lo mejor es que no lo digas o que encuentres el momento para decirlo con sensibilidad y asertividad. Aquí nos surge la duda de: ¿es bueno mentir en esos momentos? El novelista André Maurois decía: ser sincero no es decir todo lo que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa.

 
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