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      Romina Lanaro & Federico Moyano: pareja de moda

      Son modelos y han hecho carrera en el extranjero. Tienen un hijo. Y mucho estilo.

      Romina Lanaro & Federico Moyano: pareja de modaCLAIMA20150321_2087 Eduardo Marti / Romina Lanaro y Federico Moyano Romina Lanaro y Federico Moyano
      Redacción Clarín

      Ella es de Rosario y él de La Plata, pero se conocieron nada menos que en la ciudad del amor, en París. Comparten casi la misma historia. Se fueron de muy chicos a probar suerte como modelos a las grandes capitales de Europa. A Romina, Miuccia Prada la eligió por primera vez para trabajar y de ahí no paró: desfila para Chanel, Dior, Donna Karan y en el país ha hecho campañas para Levi’s y Ona Saez, entre otras. Federico también se fue a vivir afuera para probar suerte y terminó posando para los grandes diseñadores del mundo. Luego de ser amigos, decidieron “noviar”, más tarde casarse y hoy tienen un hijo de dos años y tres meses, Máximo, que es lo que los devuelve a la tierra de los vaivenes del mundo de la moda. Tienen ganas de seguir en familia y conquistar nuevos horizontes.

      ¿Cómo viven el hecho de compartir esta profesión?
      F: En parte está bueno porque, por momentos, esta profesión puede ser difícil de entender. No es una ciencia, en absoluto, pero el hecho de compartir vivencias como irnos de chicos para trabajar afuera hace que nos entendamos mejor y podamos apoyarnos mutuamente. Y el tema de los celos es más fácil de entender. Quizás uno de afuera puede pensar cualquier cosa, pero nosotros entendemos los códigos.
      R: Está buenísimo porque no es fácil entender nuestro trabajo, los horarios a veces son muy raros. Es lindo poder compartir los problemas que se generan con alguien que lo entiende muy bien.

      Ahora viven en la Argentina, ¿por qué tomaron esa decisión?
      F: Más que nada, por Máximo. Y nuestra idea es cambiar la base. Antes era París, pero ahora con el nene es distinto. El trajín de nuestra profesión es difícil de conciliar con un hijo chiquito. No queremos que esté de acá para allá. Y en el caso de que aparezca algún trabajo afuera, viajar, pero que sea eventual.

      ¿Cómo es un día típico de ustedes?
      F: Es difícil de determinar porque este trabajo es muy fluctuante.
      R: Cambia todo el tiempo.
      F: Un día hacés una campaña, al otro día una producción o un video, después estás quizás algunos días sin trabajar y luego viene una temporada fuerte de desfiles, por ejemplo. No existe la rutina.

      ¿Cómo viven la paternidad?
      F: Está bueno. No existe un manual para ser papá. Es increíble los comportamientos diferentes que va teniendo. Está genial.
      R: Todos los días se aprenden cosas nuevas, disfruto mucho el ser mamá. Máximo me baja a tierra.

      ¿Cómo concilian el trabajo con el cuidado de Máximo?
      F: Por él nos fuimos a vivir a City Bell, para estar cerca de nuestra familia, que vive a seis cuadras. Al no tener una rutina, se vuelve complicado.
      R: Se nos volvía difícil diagramar todo con nuestros horarios.

      ¿Qué hacen en su tiempo libre?
      F: Tenemos una quinta con nuestra huertita y nos gusta disfrutar de la casa. Recién nos mudados. Después, salir a pasear con el nene. Estamos muy conectados con el verde.
      R: Cortar el pasto, cuidar las plantas… por ahora es muy divertido, veremos cuánto dura (risas).

      ¿Cuáles son sus proyectos a futuro?
      F: Me introduje en el mundo de la fotografía. Hace dos años que hago la campaña para Garçon García. Y ahora procuro meterme en el círculo local. Siempre en moda. Me parece que con la experiencia que tengo, puedo sacarle más jugo.
      R: Estudié gastronomía dos años, en el Instituto Argentino de Gastronomía. Me recibí de chef hace dos meses y me gustaría dedicarme a esto. Me gusta mucho la pastelería, así que veré qué sucede.

      ¿Festejan San Valentín?
      F: Siempre nos tocó estar separados porque es temporada de desfiles en Europa. Yo me quedaba en París y ella se iba a Milán. De hecho, el año pasado pasamos nuestro primer San Valentín juntos. Hubo una rosa de por medio, chocolates… Esta vez prometo regalar algo lindo y aunque no me interesa recibir regalos, quizás algún chocolate no estaría mal (risas).