México es la tierra del tequila, de los tacos y también del fútbol. Siempre que hay una Copa del Mundo, los fanáticos mexicanos son unos de los primeros en agotar los tickets para los partidos.
Los aztecas tienen la esperanza intacta de romper esa barrera del cuarto encuentro, para poder jugar los cuartos de final. Un jugador que estuvo muy cerca de quebrar ese maleficio fue el delantero Guillermo Franco.
Guillermo Franco no nació en México, sino que en la provincia de Corrientes, en Argentina el 3 de noviembre de 1976. De chico empezó a jugar al fútbol y para el año 1995 se produjo su debut como profesional en la Primera División Argentina, con la camiseta de San Lorenzo de Almagro.
Tuvo buenos números en el Ciclón, tampoco descolló, y eso le valió para pasar al Monterrey en 2002. Ahí sí que sus estadísticas fueron más destacadas con 63 goles en 119 partidos.
También pasó por otros importantes equipos como el West Ham de Inglaterra, el Villarreal de España, Vélez Sarsfield de Argentina y el Pachuca mexicano. Su retiro fue en el año 2012 con la camiseta del Chicago Fire. Ganó dos ligas argentinas, una con San Lorenzo y una con el Fortín y también conquistó el Clausura mexicano del 2003 con los Rayados.
Guillermo Franco, con la casaca mexicana
Para el año 2004 Guille se hizo ciudadano mexicano y al año siguiente, el entrenador de turno Ricardo La Volpe comenzó a citarlo al seleccionado. Jugó dos mundiales en su carrera, el de Alemania 2006 y el de Sudáfrica 2010.
Entre los dos jugó siete partidos y no anotó goles. Lo más curioso es que en los dos fue eliminado en octavos de final por su país natal, Argentina.
Luego de su retiro siguió ligado al fútbol, jugó en la liga mexicana de fútbol rápido con el Monterrey y luego de ese paso efímero se dedicó a preparar juveniles en el Tecnológico de Monterrey, una de las instituciones académicas más importantes de México.
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