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Jugó en Francia, vivió con Emiliano Sala, se "retiró" a los 21 y se reinventó en el Ascenso: la historia de Rodrigo Castro

El diez de Gimnasia y Esgrima de Mendoza estuvo en el Bordeaux desde los 13 y convivió con el delantero fallecido en 2019. Un pasaporte trucho le impidió jugar, tuvo tres lesiones en la misma rodilla y en 2015 dejó el fútbol unos meses.

Rodrigo Castro

La historia de Rodrigo Castro, el Loli, futbolista cordobés, puede tener varios inicios. En tiempos en que los juveniles se marchan cada vez de más chicos a Europa, la tierra prometida por representantes, una primera escena puede ser la siguiente: un nene de unos 13 años que vuela a Francia. Juega muy bien al fútbol y el Girondins de Bordeaux quiere contar con él. Aquel primer viaje no será el último. Durante un tiempo la rutina se repetirá: pasará unas semanas en el país europeo entrenándose para luego regresar a San Francisco, su ciudad natal. Hasta que cuando estaba por cumplir 18 le ofrecen un contrato y se muda definitivamente. Más de uno puede pensar que es un privilegiado, porque está cumpliendo el sueño de muchos. Pero no todo fue el edén para el argentino.

Una vez en Francia tuvo que sobrellevar unos meses sin jugar por una sanción porque le falsificaron los papeles para permanecer en el país. Luego llegaron tres lesiones consecutivas en la misma rodilla, un préstamo en un equipo de la Tercera División y un regreso a la Argentina harto del fútbol y con la decisión de no volver a jugar. Lo devolvió a las canchas un llamado unos meses después con el que lo invitaron a entrenarse en Sportivo Belgrano, el club de su ciudad que militaba en la B Nacional y le abrió las puertas. Hoy, a sus 30 años, Castro transita otra etapa totalmente diferente y es el diez de Gimnasia y Esgrima de Mendoza -el equipo en el que brilló el mítico Víctor Legrotaglie-, en la Primera Nacional, que lucha en la zona B por meterse en el reducido por el segundo ascenso.

Antes de la incursión europea, había comenzado a jugar al baby en el club Don Orione, pero a los 12 debió pasar a cancha de once y eligió la escuela Proyecto Crecer, un programa que comenzó en 2002 en esa ciudad cordobesa destinado a la formación de futbolistas y al que el Bordeaux designó como su filial argentina. Castro fue uno de los juveniles que, junto a un grupo de otros chicos de esa entidad, comenzó a viajar y probarse en la institución gala. “La verdad que a esa edad lo tomás como un juego porque iba con cinco o seis chicos y un profe y entrenar con los franceses se hacía muy difícil porque no entendíamos el idioma. Además estaban cuatro o cinco pasos más adelantados que nosotros en técnica y físico, aunque teníamos ese potrero que a ellos les gustaba”, recuerda Castro en una entrevista con TyCSports.com.

El cordobés, categoría 93, llegó a Francia a mediados de 2010. Por entonces el Bordeaux era de los mejores equipos de Francia. Se había coronado campeón de la Ligue 1 2008/09, la Copa de Francia, la Supercopa y llegó hasta cuartos de final de la Champions League 2009/10 en la que cayó con Olympique Lyon tras clasificarse primero en la fase de grupos por encima de Bayern Munich y Juventus. Luego de firmar su primer contrato profesional compartió plantel con el primer equipo y coincidió con los argentinos Diego Placente y Fernando Cavenaghi, además de otras figuras francesas que se destacaron en Europa. “Siempre que íbamos Fer nos llegaba a comer, la verdad que se portó siempre muy bien con nosotros. Lo quieren mucho allá. También estaba (Alou) Diarra, que había estado en el Bayern Munich y Liverpool, Marouane Chamakh, que se fue al Arsenal. Era una cosa terrible ese vestuario y me llevé cosas lindas de haber compartido con jugadores impresionantes a los que veías en los entrenamientos y estaban diez escalones más arriba”, detalla.

Mediapunta diestro, hábil, con buena conducción y que puede desempeñarse por las bandas, Castro no pudo mostrar sus cualidades con continuidad. Me habían hecho el pasaporte italiano trucho y estuve más de un año y medio sin jugar por una sanción. Cuando levantaron la infracción, Bordeaux tenía el cupo de extranjeros al límite entonces me fui a préstamo al Red Star de París, explica el volante desde Mendoza, en una charla por Zoom.

—¿En algún momento supiste bien qué pasó? ¿De quién fue la culpa?

—Sí, después te das cuenta. La gente que me llevaba en su momento había conocido a un italiano, y supuestamente yo no tenía oportunidad de conseguir los papeles, pero él dijo que los podía hacer y lo contactamos. Al principio jugué hasta que se dieron cuenta y vino el quilombo.

Castro detalló los problemas con su pasaporte que lo tuvo más de un año sin jugar

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Castro detalló los problemas con su pasaporte que lo tuvo más de un año sin jugar

Ese “quilombo” que menciona Castro son tres lesiones consecutivas que sufrió en su rodilla izquierda en poco tiempo. “Se ve que venía mal de la cabeza y me hacía efecto en la rodilla porque me recuperaba y a los dos o tres meses, otra vez. Y eso que me trataba en la élite del fútbol, con los mejores médicos”, describe. Superada esa etapa, en Red Star, el club inclusivo y de izquierda de París, sumó rodaje compitiendo en la Tercera División y en la Copa de Francia, en la que llegó a enfrentar a un joven Kylian Mbappé. ”Tendría 17 años, había debutado hacía pocos partidos pero ya tenía un par de goles y ese partido que jugó de titular nos paseó, ya se veía que pintaba para crack y en la cancha volaba”, cuenta entusiasmado. Allí estuvo un año y para principios de 2015, tras finalizar el préstamo, pegó la vuelta al país.

Rodrigo Castro

Retiro prematuro y regreso al fútbol

Pero si el retiro es la muerte futbolística de los jugadores, Castro hoy disfruta de su segunda vida. Aquel regreso desde Francia por “una decisión personal” -de la que nunca profundizará- lo hizo con la determinación de no volver a jugar. Fue un antes y un después. Aunque al analizarlo con la distancia y la templanza del paso de los años, se cuestiona haber elegido ese camino. “En ese sentido me arrepiento mucho porque tenía 21 años, estaba jugando. Me iba bien, ganaba buen dinero y aún tenía contrato con el Girondins. Pero ya está, ya pasó. Hay que cerrar una etapa y agradecer que me puedo dedicar a lo que me gusta”, confiesa.

La reflexión de Castro sobre su regreso de Europa con la decisión de retirarse

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La reflexión de Castro sobre su regreso de Europa con la decisión de retirarse

Con una larga experiencia a cuestas, hoy aconseja a quienes puedan atravesar situaciones similares: “La mejor opción es que le hagan caso a los padres, que son los que menos te van a querer sacar provecho. Después se te acercarán muchas personas y hay que elegir bien. Yo me fui a Francia, no sabía el idioma, y hay gente que no conocés, por ahí te empezás a juntar con quienes no debés y se complica todo. También hay que estar tranquilo, verlo como un trabajo y ser lo más profesional posible”.

Si el deporte es el escenario por excelencia de las segundas oportunidades, del “siempre hay revancha”, aquel retiro prematuro no podía ser el definitivo para el Loli y una invitación lo devolvió a las canchas a los pocos meses de haber regresado. Comenzó a entrenar en Sportivo Belgrano, que entonces dirigía Carlos Trullet y dos años antes había ascendido a la B Nacional por primera vez. Tras abrirse el mercado de pases a mediados de año lo ficharon y relanzó una carrera que luego continuaría por el ascenso argentino con las camisetas de Mitre de Santiago del Estero, Sarmiento de Chaco, Atlético Rafaela, y por el fútbol del exterior, con Deportes Iquique y San Luis Quillota de Chile, y Sportivo Luqueño y Sol de América de Paraguay, previo al desembarco en Mendoza.

Rodrigo Castro

Esta temporada lleva disputados 22 partidos en la Primera Nacional y cinco goles. ”Me encanta la ciudad, el club está excelente. Me siento súper cómodo, vengo haciendo goles y el equipo está en buen nivel. Me gustaría ascender y otro objetivo que tengo a largo plazo es poder dar un salto y jugar la Copa Libertadores, solo disputé la Sudamericana”, dice.

Emiliano Sala, el amigo íntimo que le dio su etapa en Francia

—¿Qué hacés animal? Me enteré que te vas a Cardiff, te felicito.

—Sí, estoy muy contento. Se me dio, la verdad que la pegué.

El que saluda es Castro y el destinatario del mensaje, Emiliano Sala, el delantero argentino que murió en un accidente aéreo en 2019 cuando el avión que lo trasladaba -en un vuelo ilegal, sin permisos ni licencia del piloto- se estrelló sobre el Canal de la Mancha en la ruta de Nantes a Cardiff, a donde se dirigía porque el equipo de la Premier League -el Cardiff City- lo había fichado en 15 millones de libras. La conversación se dio apenas unos días antes del trágico desenlace.

En aquellos años en Francia, siendo un adolescente que estaba a más de 10.500 kilómetros de su familia, el cordobés forjó una sociedad con Sala, nacido en Cululú, provincia de Santa Fe -a dos horas de San Francisco-, y quien era uno de esos juveniles del Proyecto Crecer que viajaban a probarse a Europa. De ese grupo de chicos solo quedaron tres en el Bordeaux: Castro, Sala y Valentín Vada, otro argentino que llegó a debutar en la Primera del conjunto galo y desarrolló toda su carrera en aquel continente.

La relación de amistad entre Castro y Emiliano Sala en la época que coincidieron en Francia

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La relación de amistad entre Castro y Emiliano Sala en la época que coincidieron en Francia

Como Vada era menor de edad se instaló con su familia, pero Castro y Sala, tres años mayor, se mudaron juntos a un departamento que compartieron alrededor de dos años. “Pasamos un montón de cosas y tengo unos recuerdos muy lindos de compartir todo el día porque estábamos los dos solos. Tomábamos mates, jugábamos al truco, pasamos cumpleaños, Días de la Madre, del Padre, todo solos. Cada vez que nos veníamos a la Argentina yo lo dejaba en su ciudad con mi familia y conocí a la suya”, rememora. Además, revela una intimidad: “Al poco tiempo de lo que sucedió, y mientras estaba jugando en Chile, tuve vacaciones y visité a su madre y su hermano. Estuvimos charlando de lo que había vivido con él. Ella me mostró fotos que tenía de nosotros jugando allá y me puso muy contento recordarlo”.

Ambos hicieron un camino muy similar pero el delantero disputó solo un puñado de partidos en el Bordeaux y pasó por varios equipos de Francia hasta que mostró su mejor versión en el Nantes. Pese al paso de los años, mantuvieron la relación que los unió cuando se acompañaban en la soledad. “Lo que pasó fue un dolor muy grande -se lamenta Castro-, justo en el mejor momento en su carrera. Tenía todo todo para triunfar. Hasta el día de hoy no entiendo cómo pudieron permitir todas las cosas que pasaron, las condiciones de ese viaje.

Fotos: gentileza Rodrigo Castro

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