Erase un mundial y yo — Brasil 2014

Marco Méndez
9 min readApr 2, 2023
Waylon Francis y José Miguel Cubero tras la clasificación de Costa Rica a Cuartos de Final, 2014.

En la mitad de la década pasada deambulaba en trabajos a medio tiempo y actividades culturales ad honorem. Muchos en cambio gozaban quizá de la mejor época para laborar en empresas de zona franca, si lo comparamos con la actualidad. En aquel entonces el dólar se limitaba a subir lenta, pero constantemente. Los empleos eran medianamente estables, los cuales podían costear viajes en avión abaratados y pequeños lujos. Buena parte de la mano de obra escolarizada se permitió conocer Europa o Machu Picchu, además de tener el carro del año a pagos. Sin dejar de aprovechar cualquier fin de semana largo para ir a la playa.

Como el conformista ingenuo que era me limitaba la mayoría del tiempo a trabajar la finca cafetalera de mi familia. Mientras buena parte de la gente de mi edad vivían su mejor época de bonanza económica y académica. Con optimismo político incluso. El PAC ganaba sus primeras elecciones. Dábamos por enterrado al bipartidismo y los problemas que nos agobiaban pronto se iban a solucionar. Y como si todo ese jolgorio no fuera suficiente llegó la participación de Costa Rica en el mundial de Brasil. La selección nacional tuvo un desempeño que ni mi versión más optimista imaginaba posible.

No tengo muchos recuerdos de aquella eliminatoria al mundial del 2014. Salvo por decisivo partido contra El Salvador en el cual se ganó de visita 0 a 1 y el inicio de la hexagonal con un emocionante empate a dos en Panamá. También estuvo aquella victoria frente a México en el Nacional, que los dejaba completamente eliminados de Brasil. Eso hasta que EE.UU. remontó a Panamá en tiempo de reposición, permitiendo a México un accesible repechaje frente a Nueva Zelanda. Pese a no darnos el gusto de ver eliminados a los mexicanos, no les quitó la humillación de verse salvados por sus vecinos del norte y de escuchar en la gradas el Cielito Lindo cantado por aficionados contrarios.

El colombiano José Luis Pinto era quien dirigía a Costa Rica, por segunda vez luego del proceso para el mundial 2006. El buen sabor que dejó aquella eliminatoria se vino abajo una vez que terminó el sorteo del mundial. Nos emparejó con Uruguay, Italia e Inglaterra. El grupo de la muerte con tres campeones de mundo y un rival más que accesible para llenar de goles. Así muchos determinaban quien clasificaba de los tres, el que le anotara más a Costa Rica. Irónicamente fue algo que se terminó cumpliendo.

Costa Rica previo a su partido con Inglaterra en el estadio de Bello Horizonte, 2014.

Si en Costa Rica vivíamos sin darnos cuenta en un momento muy optimista, en Brasil poco a poco venia entrando a un desencanto político y social. Bastante diferente a la bonanza económica con las materias primas de la primera década de los 2000, cuando se permitió aspirar no solo a ser sede para un mundial de la FIFA, sino para unos Juegos Olímpicos en 2016. El entonces gobernante Lula Da Silva logró usar ese superávit económico para disminuir la desigualdad social en su país, como ningún otro dirigente brasileño lo hubiese hecho en la historia. Pero llegarían las secuelas de las crisis mundial del 2008, Odebrecht, entre la habitual corrupción latinoamericana que no permitió extender ese optimismo si siquiera para la Copa Confederaciones del 2013, cuando una abucheada Dilma Russeff entregaba el trofeo de campeón a su propia selección.

Brasil en su segunda vez como anfitrión tuvo un más que humillante mundial. No hubo que llegar al 1 a 7 frente a Alemania para comprobarlo. Cediendo sólo un empate frente a México, ganó su grupo en el que figuraban Croacia y Camerún. Llegó a semifinales eliminando con sufrimiento y cierta complicidad arbitral a Chile y Colombia, rivales que aún en sus mejores momentos suelen mostrarse acomplejados cuando se topan una camiseta brasileña. Alemania sin embargo, entonces no perdonaba a la mínima. En su copa del mundo Brasil era como aquel rey del traje invisible andando campante frente a todos.

Sin piedad muchos vimos como en menos de media hora Alemania triunfaba 0 a 5. Viendo el colador que resultaba aquella defensa encabezada por David Luiz, los alemanes bajaron la marcha y solo se limitaron anotar un par de goles más, cediendo uno a Óscar en la recta final de aquel encuentro. El gordo Ronaldo miraba desde el palco de comentaristas como Miroslav Klose lo superaba como el anotador histórico de los mundiales. Muchos brasileños no aguantaron el baño alemán y abandonaron el partido al cierre del primer tiempo. Por mucho menos marginaron de por vida a Moacir Barboza, el portero brasileño del Maracanazo uruguayo de 1950.

Después de aquella final, 64 años después, Uruguay volvía a jugar un partido mundialista en Brasil. Debutaba con un viejo conocido: Costa Rica. Buena parte del equipo nacional mantenía muy presente la eliminación del repechaje en 2009. No se esperaba nada particular de Costa Rica, mientras Uruguay era el vigente campeón de América. Aún con la baja de Luis Suarez, se pudo ir al descanso con un 1 a 0 a favor con un gol de penal de Cavani. Forlán tuvo una cerca del minuto 45, pero Keylor Navas hizo el primero de muchos paradones de aquel mundial. El primer tiempo acababa con la derrota por la mínima y la muerte de Alberto Cañas a la distancia.

Marco Ureña sentencia el 1 a 3 contra Uruguay, 2014.

Como devotos del 1 a 0, Uruguay no arriesgo mucho para ampliar la ventaja. Pero incluso un equipo defensivo como el de Pinto, especialmente como trabajó Pinto para consolidar aquella defensa, se permitió arriesgar para remontar con goles de Campbell, Duarte y Ureña. A diferencia del 2009, estaba vez los periodistas uruguayos no podrían armar bronca en la banca de Pinto con el 1 a 1. Se limitaron a la impotencia como se vio en la evidente expulsión a Maxi Pereira, tras patear a Campbell sin disimulo cuando fue a perder tiempo con el balón a la esquina contraria.

Hasta en estilos futbolísticos Costa Rica y Uruguay son más que antagonistas. El coraje de la llamada Garra Charrúa, frente al picaresco fútbol de toque costarricense. Aún en su faceta más ultradefensiva. Se remonta incluso antes de aquel taquito de Jara a Cayasso en Genova durante Italia 90. Tal muestra de habilidad con el balón es más que una mentada de madre para el futbol pica piedrero que les idealizan a los uruguayos. Esta vez se tuvieron que comer más que una inapelable derrota frente a Costa Rica en el estadio mundialista de Fortaleza, consumando la revancha del repechaje.

En el otro partido del Grupo de la Muerte, Italia derrotó a Inglaterra 2 a 1 en la amazónica ciudad de Manaos. Hasta el día que se escribe esto continúa siendo la última victoria italiana en mundiales. Parecían no ir muy preocupados por Costa Rica, pero en Recife los de Pinto se les paró bien atrás. Permitiendo poco margen para que Mario Balotelli, pudiera tirar con comodidad. El primer tiempo se acababa y el árbitro chileno se comió una falta dentro del área a Campbell. Todavía reclamando al cuarto árbitro, se recuperó un balón y Junior Díaz centró a la cabeza de Bryan Ruiz. No se ocupó del Ojo de Halcón para comprobar el cruce del balón a la línea que defendía Buffon.

Así se mantendría el marcador en el resto del partido. Mientras que los italianos jugaban cada vez más cansados y erráticos, Costa Rica todavía le sobraba aire. En los últimos minutos el Chiqui Brenes tuvo una ocasión fuera del área, que de haber entrado todavía el gol se estuviera celebrando en Cartago. El 0 a 1 fue suficiente para consumar un más que histórico triunfo que ponía a selección cabeza de grupo y clasificada a octavos de final. La fuente de la Hispanidad se volvió a llenar por segunda vez, con más algarabía que la anterior. Hasta el entonces presidente Luis Guillermo Solís se permitió llegar ahí. El país en la cresta más alta de su optimismo.

El entonces presidente Luis Guillermo Solís celebrando en la Fuente de la Hispanidad, 2014,

En la última jornada del grupo D Inglaterra llegaba eliminada tras la derrota en Sao Pablo 2 a 1 frente a Uruguay, que esta vez sí pudo contar con Luis Suarez. Si bien Inglaterra tiene una de las ligas más prestigiosas del mundo y una cultura futbolística envidiable (o idealizada quizá), como selección de fútbol me parece sobre valorada. Igual que el resto del fútbol británico en general.

Contra los ingleses Costa Rica se limitó a esperar y lanzar balones a Campbell o Ureña. 0 a 0 quedó aquel partido que decidía poco. El último que jugó Steven Gerard con su selección. Más drama hubo en el Italia — Uruguay que se definió con el gol de cabeza de Godín a balón parado (Cholo Simeone Approves), aunque más notoriedad tuvo la mordida de Suarez a Chiellini. Uruguay pasó de ronda como segunda, pero no pasaría de octavos de final al perder contra Colombia en el Maracaná. El mismo estadio donde ganó su último título mundial.

Costa Rica llegaba a octavos de final por primera vez desde Italia 90, ganando su grupo contra todo pronóstico sensato. Parecía que lo más difícil había quedado atrás, pero el siguiente partido resultó tosco y cerrado. Grecia fue un equipo más que incómodo por un planteamiento tan defensivo como el de Pinto. Pero en el segundo tiempo Bryan Ruíz volvió anotar en el estadio de Recife, esta vez con un tiro rastrero desde fuera del área. Aún así la selección quedó cuesta arriba por la expulsión de Duarte y el gol griego en la reposición.

En los tiempos extra Keylor Navas se hizo grande con sus paradas y siguió consagrándose en el mundial con el penal atajado a Gekas en el desempate. Umaña anotó el siguiente y su gol se celebró en el más distante confín de este país. Hasta el más cínico anti futbolero tico le fue imposible quedar indiferente al mundial de Costa Rica. La fuente de la Hispanidad vivió la más numerosa de sus festejos. Incluso las campanas de las iglesias se sumaron a las celebraciones.

Krull entra por Cillessen ante la contrariada mirada de Pinto, 2014.

El equipo de Pinto llegó al quinto partido que tanto continúa obsesionando a los mexicanos. El rival era la Holanda de Van Gal, que justamente había eliminado a los aztecas gracias al controvertido no era penal de Robben. Salvador de Bahia iba albergar el último partido de Cuartos de Final y el ganador se iría a enfrentar con Argentina. Para Costa Rica cualquier resultado era ganancia. Nunca se había estado tan cerca de aspirar a jugar los siete partidos de un mundial.

Sabiendo sus limitaciones, Costa Rica siguió apegándose al plan de Pinto de mantenerse atrás y lanzar balones para que Campbell o Ureña hicieran algún milagro. Con el monopolio de la iniciativa, Holanda no dejó de atacar en todo el encuentro. Robben fue uno de sus baluartes como corredor y clavadista. Se perdió la cuenta de las atajadas de Keylor Navas. Cuando no llegó a parar lo hizo el poste en más de una vez. Se acercaban los penales y Van Gal hizo de las suyas al cambiar al portero Cillessen por Tim Krull, para recurrir al juego psicológico. Nunca un partido de futbol me puso tan ansioso. No me atreví a seguir viendo el encuentro hasta que llegaron los penales.

Bryan Ruíz y Michael Umaña fallaron sus tiros, sentenciando a Holanda como último semifinalista. Aún así Costa Rica dejó el mundial de Brasil invicto con dos victorias y tres empates en tiempo regular. Tras la luna de miel post mundial, Keylor Navas sería fichado por el Real Madrid y Jorge Luis Pinto no renovaría con la selección. Después se sabría de la tensa relación que tuvo con los jugadores y el resto del cuerpo técnico. Generando acalorados y absurdos debates que aún hoy tienen eco.

En tanto Holanda llegaría nuevamente a los penales con Argentina, pero no pudo recurrir a Tim Krull para repetir el juego psicológico que les fue muy efectivo contra Costa Rica. Alemania sería el primer equipo europeo en ganar un mundial en suelo americano, en la primera de varias finales que perdió Messi como capitán de su selección.

Messi tras la derrota en la final mundialista contra Alemania, 2014.

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Marco Méndez

Saprissista no practicante, CRC | @cinematecasolaris