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"Javier Sotomayor fue mi maestro"

El colombiano posee, hace 19 años, la marca suramericana de salto alto. El cubano ostenta dos récords mundiales de la especialidad.

Ricardo Ávila Palacios
25 de marzo de 2014 - 02:00 a. m.
Gilmar Mayo, nacido en Pailitas (Cesar), saltó 2,33 metros el 17 de octubre de 1994 en Pereira, y desde entonces es dueño del registro suramericano.  / Archivo - El Espectador
Gilmar Mayo, nacido en Pailitas (Cesar), saltó 2,33 metros el 17 de octubre de 1994 en Pereira, y desde entonces es dueño del registro suramericano. / Archivo - El Espectador

Gilmar Mayo es el único suramericano que en salto alto ha pasado el listón en 2,33 metros, récord regional que está a siete meses de cumplir 20 años de vigencia. Este colombiano, nacido en Pailitas (Cesar), tuvo el privilegio de competir en las pistas del mundo al lado de un gigante hasta hoy indestronable: el cubano Javier Sotomayor, dueño desde hace 25 años de la plusmarca mundial de la especialidad en pista cubierta (2,43 metros), lograda en el Mundial de Budapest el 4 de marzo de 1989. Un registro acosado por el ruso Iván Ukhov, campeón olímpico en Londres 2012, quien está a sólo un centímetro. Este hombre consiguió, a base de títulos, borrar la pésima imagen que ofreció en septiembre de 2008 cuando compitió borracho en el mitin de Lausana. El video dio la vuelta al mundo. Seis meses después, Ukhov se proclamó campeón de Europa bajo techo en Turín y ya se aficionó a los títulos: el mundial bajo techo en Doha 2010, el europeo en sala en París 2011 y el oro en Londres.

Sotomayor también es poseedor del registro mundial de salto alto al aire libre (2,45 metros), efectuado el 27 de julio de 1993 en Salamanca (España).

Se trata de tres récords que ya han ganado el rótulo de longevos y que todos esos años han esperado a que otros superatletas los superen. Cuando eso ocurra, seguro estaremos hablando de sendas hazañas en el salto alto.

“Compitiendo con Sotomayor estuvimos en todos los eventos internacionales donde él como saltador se enfrentó conmigo. Éramos rivales en la competencia, pero no era esa rivalidad de aquí te voy a dar duro o algo por el estilo. Había camaradería, creí que eso era, compito y chao. Hasta en las mismas competencias los saltadores nos ayudábamos mucho”, evoca Mayo, a quien sólo el brasileño Jessé Farias de Lima le pisó alguna vez los talones en Suramérica al saltar 2,32 metros el 2 de septiembre de 2008.

¿Qué recuerda de esos enfrentamientos con Sotomayor?

Que cada vez que lo picaba, hacía una de las mejores marcas del mundo. Me acuerdo, por ejemplo, que en los Juegos Centroamericanos en Valencia (Venezuela), estuve a punto de ganarle con 2,30, pero él pasó en el tercer intento con 2,38. Estuvimos en Sevilla (España), en 1994, donde saltó 2,42 y yo hice 2,31. Era muy difícil ganarle. Esos fueron los dos únicos eventos que sentí que lo apretaba y saltaba más.

¿Sotomayor cómo se comportaba como rival?

¿Sabe que nunca lo vi como una rivalidad?, porque muchas veces competí sin mi entrenador y aprendí de él como saltador.

¿Y cómo era él en la pista, tenía alguna maña o un ritual especial?

Uno sabía en qué momento no quería hablar con nadie en competencia. Recuerdo que un día le dije que tenía muy abierta la carrera, miró y corrigió.

¿Qué más recuerda de esas competencias al lado del cubano?

Recuerdo cuando salté 2,30 en Medellín… Primero hice 2,24 e intentando el 2,26 él me dijo que lo intentara como si buscara el 2,40. Cuando pasé el 2,26 yo pedí 2,29 y él me dijo que si pedía 2,30 me iba al circuito europeo, y así fue.

Recibió muchos consejos de Sotomayor en las pistas, ¿lo considera su maestro?

Sí, de alguna manera fue mi maestro. Aprendí a saltar al lado del mejor del mundo y hacía lo que él me decía.

Usted nunca pudo ganarle...

Nooo, ese hombre era un animal para saltar.

¿Alcanzó a compartir fuera de las pistas con Sotomayor?

Como tuve una entrenadora cubana, casi todos los años lo visitábamos en su casa, en Cuba. El hombre se tomaba sus cervezas, era muy sencillo, vivía con su esposa y sus hijos.

¿De qué hablaban en esos encuentros?

Nunca hablábamos de atletismo, ese tema quedaba al margen. Conversábamos de las playas, del tabaco cubano, de asuntos culturales de nuestros países y nada de política.

¿A quién ve como sucesor?

Creo que Wanner Miller (tiene una marca de 2,28 metros) podría superarme, tiene mucho talento, pero eso depende del apoyo que el Estado colombiano le dé. Supe que hace poco se quedó un buen rato sin entrenador y esas cosas desacomodan bastante a cualquier deportista.

¿Qué le dejó su vida deportiva, vive bien o tiene afugias económicas?

 

Gilmar Mayo está hoy en Chocó dirigiendo una escuela de atletismo. Tengo un contrato con la Alcaldía de Quibdó y estoy muy agradecido, pero me he sentido abandonado en cuanto a mi estabilidad laboral y económica, ya que pese a la inversión que le hice en mi juventud al deporte, no recibo pensión del Estado porque la pensión estaba diseñada para los medallistas olímpicos y mundiales. Yo apenas logré medalla de bronce en unos Juegos Panamericanos.

ravila@elespectador.com

 

 

Por Ricardo Ávila Palacios

 

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