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¿Por qué la Copa Intercontinental es un trofeo histórico?

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Tito Goncálvez

HISTORIA Y FUTURO DE UN TORNEO

El partido de hoy Peñarol-Benfica renueva el tradicional duelo de las escuelas sudamericana y europea.

La conquista de la Copa Libertadores Sub 20 por Peñarol y la necesidad de lograr una actividad internacional más intensa hicieron nacer la idea. Las autoridades de Peñarol, encabezadas por Ignacio Ruglio, la llevaron la Europa y encontraron receptividad en su rival, Benfica de Portugal, así como en las confederaciones Conmebol y UEFA. De esa forma se modeló el trofeo que nace hoy, la Copa Intercontinental Sub 20.

Movimientos similares llevaron al nacimiento de la vieja Intercontinental hace 61 años o la revivieron hace 41, con participación en esos casos de Peñarol y Nacional, porque tampoco por casualidad figuran entre los máximos ganadores de un torneo que nació por un interés deportivo más que por los beneficios económicos.

La idea de una definición entre los campeones de América y Europa estaba en el aire, a ambos lados del Atlántico, cuando la Conmebol puso en marcha la Copa Libertadores en abril de 1960. En la madrugada del 20 de junio de ese año, tras la conquista aurinegra de aquel primer certamen continental, su directiva decidió enviar a Europa a su secretario general Washington Cataldi para terminar de negociar la disputa de esa final.

1980. El tricolor ganó la final de la Copa Intercontinental.
1980. El tricolor ganó la final de la Copa Intercontinental. Foto: archivo El País.

Como la Conmebol también estaba detrás del plan, junto a Cataldi viajó el entonces presidente del organismo continental, el uruguayo Fermín Sorhueta. En Berna, sede de la UEFA, se reunieron con Raimundo Saporta, mano derecha de Santiago Bernabéu en el Real Madrid, campeón europeo. Y se acordó el nacimiento de la Copa Europea-Sudamericana o Intercontinental, basada en partidos de ida y vuelta en cada continente.

El 3 de julio de 1960 se estrenó la competencia con el encuentro entre mirasoles y merengues, un empate sin goles en el Estadio Centenario con 71.872 entradas vendidas, récord histórico para el fútbol uruguayo. La revancha, jugada en el estadio Bernabéu y ganada por Real 5-1, reunió a 120.000 espectadores, otra señal del éxito del torneo.

La Copa respondió al desafío que entonces era exclusivo en el fútbol: América del Sur contra Europa. Ambos continentes monopolizaban el dominio del fútbol en la Copa del Mundo, donde la presencia de africanos y asiáticos era apenas anecdótica. Cierto, estaba México como casi único país competitivo en su zona, pero tampoco alcanzaba el nivel de sudamericanos y europeos.

Las transferencias de jugadores entre los continentes eran raras. Apenas Real Madrid se llevaba sudamericanos y a pesar de que le fue muy bien con esa política, otros grandes clubes europeos no lo imitaron, salvo los italianos y en menor medida.

Se podía decir entonces que la Intercontinental pasó a medir las escuelas sudamericana y europea casi en estado puro. Aquello de la habilidad del fútbol del nuevo mundo y la fuerza del viejo mundo, una distinción que hace mucho ya no corre. La posibilidad de ver al campeón del otro lado del Átlántico despertó gran interés.

Peñarol y Real Madrid en el Santiago Bernabeu en la Copa Intercontinental de 1966.
Peñarol y Real Madrid en el Santiago Bernabeu en la Copa Intercontinental de 1966. Foto: archivo El País.

En general, la primera década de la Copa fue su hora más gloriosa, entre los reinados de Real Madrid y Peñarol al comienzo y Ajax y Nacional al final, con la presencia de los mejores futbolistas del mundo de la época. No había televisión en directo que cubriera esa enorme distancia, pero estaba la radio como el medio estrella y los enviados de los principales medios cruzando el océano.

La Intercontinental era el torneo que todos los grandes clubes deseaban disputar y ganar. Sin embargo, esas ansias comenzaron a estropearla, al mismo tiempo que afectaban la Copa Libertadores. Los principales culpables fueron algunos equipos argentinos con sus métodos violentos. Ya en Racing-Celtic (1967) el equipo escocés debió cambiar a su arquero titular antes del partido en Avellaneda porque desde la tribuna le acertaron en la cabeza con un proyectil. Dos años más tarde, jugadores de Estudiantes sometieron a sus colegas del Milan a todo tipo de agresiones en el partido jugado en La Bombonera porteña.

En 1971 llegó el primer rechazo europeo: Ajax se negó a venir a jugar con Nacional. El motivo público fue el rechazo a vacunarse contra la viruela; el verdadero, el temor a la violencia política en Uruguay. En su lugar disputó la final el subcampeón, Panathinaikos de Grecia.

Un año más tarde Ajax sí aceptó venir a jugar contra Independiente, pero alcanzó con que su estrella Johan Cruyff saliera lesionada al comenzar el duelo de Avellaneda para no repetir el viaje en 1973.

En esa década de 1970, los ganadores de la Copa de Europa (hoy Champions) dejaron de ser latinos (Real, Benfica, Milan, Inter) y pasaron a ser holandeses (Feyenoord, Ajax), alemanes (Bayern Munich) e ingleses (Liverpool y Nottingham Forest inicialmente). Casi todos se negaron a jugar la Intercontinental bajo diversos argumentos. En general, “falta de fechas”. A veces el subcampeón aceptó, pero en ocasiones el certamen quedó sin definición.

Al iniciarse los años 80, la Intercontinental parecía herida de muerte. Nacional había reconquistado la Libertadores y quería medirse con el Nottingham, pero encontró las trabas ya habituales. Los dirigentes tricolores, encabezados por Dante Iocco, viajaron a Europa tratando de encontrar algún acuerdo. Finalmente, la aparición de un patrocinante, la automotriz japonesa Toyota, permitió modificar la fórmula de la final a gusto de las dos partes; un solo partido, en terreno neutral, que sería por lógica Japón.

El festejo de Peñarol tras conquista la Intercontinental de 1961 ante Benfica.
El festejo de Peñarol tras conquista la Intercontinental de 1961 ante Benfica. Foto: archivo El País.

De esa forma, la Copa Intercontinental, que pasó a tener un nombre y un trofeo paralelos, la Copa Toyota, permitió reverdecer la competencia. Si bien la primera edición tuvo lugar en febrero de 1981, la fecha habitual pasó a ser diciembre de cada año. El premio individual para el mejor jugador de la cancha, un auto cero kilómetros, representó un golpe publicitario en tiempos en que los cracks no tenían su garaje lleno de coches de lujo, como ocurre hoy (en Europa, debe aclararse).

De esa forma, el certamen registró más de veinte versiones en Lejano Oriente, ya con mayor variedad de participantes hasta alcanzar los 44.

En 2004, Porto le ganó a Once Caldas por penales. Y con esa edición se cerró la historia de la Intercontinental como trofeo independiente. Desde 2005 fue absorbido por el Mundial de Clubes, que incluye a los campeones de otros continentes. Pero su huella no desaparecerá pues en 2017 la FIFA reconoció que los ganadores de la Europea Sudamericana eran campeones mundiales de clubes. Un título que todos manejaron en su día, pero cuyo reconocimiento adicional vale en estos tiempos en que el peso del dinero amenaza la valoración de las tradiciones.

Ese sabor especial del duelo entre las escuelas sudamericana y europea se mantiene intacto en la nueva Copa Intercontinental Sub 20, que se pone en marcha hoy desde las 16.30 horas en el Centenario.

Tony Gómez
El penal decisivo: Tony Gómez le da la Copa Intercontinental al tricolor. Foto: archivo El País.

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