Mundial 2018 Rusia

El Triunfo de Rojo

Mundial 2018 RusiaEl héroe de Argentina creció en un barrio humilde del que salió muy joven a Rusia

Marcos Rojo, tras marcar el gol de la victoria de Argentina frente a Nigeria

El destino quiso que fuera otra vez contra Nigeria. El segundo gol de Marcos Rojo en un Mundial fue a la selección africana. El tanto de la victoria. En el último partido de la fase de grupos. Como hace cuatro años en Brasil. Tantas casualidades que, sin embargo, para Rojo y su familia no lo son tanto. Porque él estaba convencido de que marcaría. No es ni mucho menos un goleador, pero tenía esa premonición: "Se lo dije a Ever (Banega) y a Otamendi. Sabía que la iba a meter, sabía que marcaría yo".

Ese sentimiento quizás venía influenciado por Carina, su madre, que días antes ya se lo vaticinó: "Yo le dije que iba a hacer un gol él y dos Messi, para los que habían hablado mal de Leo. Faltó uno de Messi nada más. Marcos estaba mal porque no jugó el otro día. Yo le dije que por algo pasan las cosas, que no tenía que jugar, que el partido que viene iba a hacer un gol".

Con lo que no contaba ella era con que marcaría con la pierna mala. Tanto es así, que tardó en darse cuenta de que había sido su hijo. "Cuando nos dimos cuenta de que era Marcos el que marcó, se armó un revuelo. Es que pateó de derecha, y él la derecha la tiene para apoyarse. No pensamos que era Marcos", asegura.

Marcos Rojo, durante un entrenamiento con Argentina

Un tanto que valió el triunfo, palabra que tiene grabada a fuego en el pecho, porque así se llama el barrio en el que creció y en el que sigue viviendo su familia. Un lugar humilde de La Plata donde aprendió de la vida y del fútbol. Hoy en día, el barrio ha ganado en seguridad, pero en la época en la que Rojo y su hermano Becho le daban a la pelota en la calle, la cosa era bien distinta. Había que tener cuidado y también hacerse respetar.

Allí empezó a destacar. Primero de portero, aunque pronto cambió de idea. Todos en Triunfo sabían que era el mejor con el balón en los pies, que llegaría lejos. A día de hoy es motivo de orgullo en el barrio, como refleja un mural en el que sale haciendo una rabona -su habilidad más característica- vestido con mitad de la camiseta de Argentina y mitad de la de Estudiantes, club en el que empezó su carrera profesional y del que es hincha pese a que su padre es de Boca Juniors.

Carácter de barrio

La vida nunca ha sido fácil para Rojo. Ni siquiera siendo futbolista. Las lesiones también han hecho acto de presencia en su carrera. Una de ellas le dejó muy tocado. La del ligamento cruzado anterior de la rodilla, en 2017. Una vez más, le tocó sacar el orgullo de Triunfo para salir adelante. Se recuperó, volvió a jugar y, poco más de un año después de tal infortunio, volaba hasta Rusia con la albiceleste.

Casualidades del destino, fue en el país de los zares donde dio el salto a Europa. Lo fichó el Spartak de Moscú en diciembre de 2010. En su casa no entendían que se marchara tan pronto y a un país tan frío. "Yo no quería que se fuera a Rusia, pero él dijo que sería un buen paso para llegar a un club importante de Europa. Salió en pleno verano y llegó allí en pleno invierno. No hablaba ni una palabra de ruso", explica su madre.

La decisión fue la correcta. Dos años después, y pese a su pobre bagaje de partidos, había debutado con la absoluta de su país y estaba jugando en el Sporting de Portugal. Allí encontró la felicidad. Y su madre también. "Estaba más contenta cuando se fue a Lisboa", reconoce Carina. Y de ahí, tras otras dos temporadas, dio el salto al Manchester United, a pesar de que Carina no sabía que se iba a uno de los mejores clubes del mundo.

La confianza de Sampaoli

La lesión de rodilla no le quitó a Rojo su sueño de volver a un Mundial. Había que trabajar duro. Él hizo su parte. Pero faltaba que el seleccionador confiase en él. Y lo hizo. Pese a que apenas disputó 12 partidos esa temporada con el United, Jorge Sampaoli le dio la oportunidad de estar en Rusia. Y Marcos no la desaprovechó. Su gol ante Nigeria salvó a Argentina -y a su seleccionador- de la hecatombe. Ahora empieza otro Mundial para la albiceleste. Y para Rojo seguro que también.

Messi y Rojo, tras el gol de la victoria frente a Nigeria